Cuando el mundo se sacude, hay quienes corren a buscar refugio… y quienes corren a buscar vida. Proteo era uno de esos. Un pastor alemán robusto, entrenado por la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA), cuya labor no conocía fronteras ni temía al peligro.
En febrero de 2023, tras el devastador terremoto en Turquía y Siria, México respondió con lo mejor que tenía: su equipo de búsqueda y rescate. Entre los uniformados y especialistas, viajaba un ser de mirada noble y andar firme: Proteo, quien ya había demostrado su valentía en desastres anteriores. No ladraba por miedo, sino por esperanza.
Pero el 11 de febrero, la tragedia tocó también a los rescatistas. Proteo, debilitado por el agotamiento físico, el clima extremo y las condiciones adversas del terreno, perdió la vida en servicio. Su muerte estremeció al país y conmovió al mundo. No fue solo un perro caído, fue un compañero, un símbolo, un héroe silencioso.
El Ejército Mexicano, con honores, llevó su cuerpo de vuelta. Y aunque ya no caminó por la pista de aterrizaje, miles lo acompañaron con aplausos virtuales, lágrimas reales y un respeto profundo. Las redes sociales se llenaron de homenajes, dibujos, cartas y oraciones.
En su homenaje, sus compañeros uniformados dijeron:
“Cumpliste tu misión, Proteo. Gracias por tu valentía y amor incondicional.”
Su historia es más que una anécdota. Es la confirmación de que los verdaderos héroes no siempre usan capa. A veces llevan arnés, obedecen con la mirada y se lanzan sin dudar donde nadie más se atreve.
Proteo no volvió, pero su memoria permanece. En cada sismo, en cada rescate, en cada ladrido de los nuevos binomios caninos que ahora entrenan, vive su legado. Porque no hay tierra caída que oculte la huella de un alma valiente.
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