lunes, 16 de junio de 2025

 🐻 Wojtek, el soldado con garras


En medio del éxodo y la desesperación de la Segunda Guerra Mundial, un grupo de soldados polacos encontró esperanza en la forma menos esperada: un osezno huérfano, flaco y asustado, en las montañas de Irán. Fue adoptado por la Compañía de Transporte 22 del Segundo Cuerpo del Ejército Polaco, que huía del avance nazi a través del desierto. Lo llamaron Wojtek, que en polaco significa “guerrero alegre”.

Al principio, era solo una mascota. Dormía en las carpas, tomaba leche de botella y jugaba como un cachorro con los soldados. Pero con el tiempo, Wojtek se convirtió en uno más. Imitaba a los humanos: saludaba con la pata, se bañaba en las duchas de campaña y aceptaba cigarrillos, que a veces se comía. Le gustaba la cerveza y jugar a la lucha, pero nunca hería a nadie. Su fuerza, aunque inmensa, estaba guiada por un instinto sorprendentemente tierno.

“Wojtek se levantaba y saludaba con la pata, como en los viejos tiempos.”

Cuando el ejército polaco fue trasladado a Italia para luchar en la crucial Batalla de Monte Cassino, las reglas del barco eran claras: no se permitían mascotas. Pero Wojtek no era una mascota. Así que fue enlistado oficialmente como soldado raso, con número de servicio, raciones propias… y uniforme.

Durante la batalla, Wojtek ayudó a cargar cajas de municiones pesadas, transportando proyectiles de artillería, sin soltar ni uno solo. Trabajó incansablemente junto a sus compañeros, bajo el estruendo de las bombas. Su presencia elevaba el ánimo. Verlo caminar erguido entre las filas con una caja en las garras era un símbolo de resistencia, absurdo y hermoso a la vez.

Al terminar la guerra, fue llevado a Escocia con sus compañeros. Vivió sus últimos años en el zoológico de Edimburgo, donde era visitado por veteranos que le hablaban en polaco. Cuando lo reconocían, Wojtek se levantaba y saludaba con la pata, como en los viejos tiempos.

Murió en 1963. Hoy, estatuas en Polonia, Escocia e Italia lo recuerdan no solo como un oso soldado, sino como un símbolo del vínculo entre humanidad y naturaleza, forjado en los fuegos de la guerra.


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