Cher Ami: la pequeña paloma que llevó esperanza en pleno infierno bélico
En octubre de 1918, en los bosques de Argonne, Francia, más de 550 soldados de la 77.ª División del ejército estadounidense quedaron atrapados tras avanzar demasiado y ser rodeados por el enemigo. Sin comida, sin municiones… y sin comunicaciones fiables, eran presa del fuego alemán y de su propia artillería: El llamado “fuego amigo” caía sin tregua sobre ellos.
El mayor Charles Whittlesey, al mando del Batallón Perdido, lo intentó todo: ordenó a sus mensajeros que corrieran con peticiones de socorro, pero uno tras otro fueron abatidos. En medio del silencio radioeléctrico, quedaba una esperanza mínima: Cher Ami, la última paloma mensajera disponible. Pesaba apenas un kilo. Las esperanzas de sobrevivir de los soldados estaban en sus alas
El mensaje estaba escrito en un trozo diminuto de papel, que decía algo tan claro como urgente:
"Estamos en la carretera paralela a la 276.4. Nuestra propia artillería nos está bombardeando. ¡Por Dios, deténganse!"
Cuando Cher Ami voló, los alemanes lo vieron y abrieron fuego: Una bala destrozó su pecho, le arrancó la pata derecha y le quitó un ojo. Aun malherido, se sacudió la sangre, volvió a alzarse y voló cerca de 40 km en 25 minutos, atravesando la línea del frente hasta el cuartel de apoyo .
La artillería se detuvo justo a tiempo. Ese mensaje salvó a 194 hombres que quedaron con vida tras el cerco . Aunque la verdad completa de la historia tiene matices (algunos detalles pudieron ser idealizados), nadie discute que Cher Ami cumplió múltiples misiones bajo fuego, y entregó un mensaje vital pese a sus graves heridas.
Reconocida con la Croix de Guerre por parte de Francia, y condecorada también por Estados Unidos, regresó con honores y vivió sus últimos meses con una pequeña prótesis para su pata. Murió en junio de 1919 en Fort Monmouth, Nueva Jersey, y hoy su cuerpo disecado se conserva en el Museo Nacional de Historia Estadounidense, en Washington.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario